En el castro de Viladonga se pueden ver perfectamente las sucesivas murallas y fosos que rodean la acrópolis o "croa" donde nos encontramos con varias clases de construcciones : viviendas circulares, ovaladas y cuadrangulares.
Las construcciones se agrupan formando conjuntos y dejando calles entre ellos para circular. Hay tres calles importantes : un paso norte-sur, otro este-oeste y una ronda que circunda el castro (se puede ver muy claro y bien explicado en la recreación 3D que hay en el museo)
Es posible hacerse una idea de la vida cotidiana en el castro gracias a la información que proporcionan los restos encontrados en las excavaciones. En base a la cantidad de construcciones descubiertas, se estima una población de entre 300 y 350 personas en momentos de máxima ocupación. Cazaban, cultivaban, molían y almacenaban mijo, trigo, orjo y cebada, así como bellotas y otros frutos que recogían por los alrededores.
Las dependencias anexas a las viviendas se destinaban a guardar los utensilios y productos del campo y también al ganado.
Del castro destaca su monumentalidad, sus murallas, sus fosos, la acrópolis y los antecastros que conforman un modelo muy bien conservado y típico de los castros del noroeste ibérico.
Los fosos están excavados en forma de U en la roca de pizarra natural y junto con las murallas, forman un sistema defensivo que se repite hasta tres veces por los lados noreste y suroeste del castro.
Es imprescindible la visita al museo, donde además de ver restos arqueológicos encontrados en el castro, es fácil entenderlo y hacerse una idea aproximada de cómo se desarrollaba la vida en él, gracias a los paneles didácticos, las pantallas interactivas, las maquetas y las proyecciones audiovisuales.