domingo, 16 de octubre de 2011

Os Ancares en otoño



Al entrar en la sierra de los Ancares, lo primero que piensas es que el tiempo no corre a la misma velocidad que en el resto del mundo, que aquí se toma un descanso y por eso parece que estas montañas y sus gentes no tienen ninguna prisa por seguir el frenético ritmo que nos rodea.

Visitar Os Ancares en otoño es algo especial. La explosión de los amarillos, ocres y marrones mezclados con el eterno verde de las montañas es digno de contemplarse serenamente. Todo aquí es naturaleza en estado puro. Podemos adentrarnos en el bosque autóctono gallego por excelencia. Pasear por espesos bosques de robles y castaños e imaginar cuando toda Galicia era así. En esta época no nos iremos sin recoger unas pocas castañas de las miles que alfombran el suelo protegidas por sus cascarones de púas, los “ourizos”.
Las aldeas de pizarra de estas montañas nos salen al encuentro. A veces son sólo un puñado de casas colgadas en la ladera del monte, y otras algo más grande, como es el caso de San Román de Cervantes, pequeño pueblo que tiene un museo etnográfico donde podemos conocer la historia y la forma de vida de esta zona.











Junto al museo etnográfico comienza una hermosa ruta de unos 7 km de recorrido con una dificultad media: es la "Ruta do Castro". Estas imágenes dan buena muestra de la belleza que esconde.














Desde San Román podemos coger la LU P-1404, dirección Quindós o Quindous (se le llama de las dos formas), una espectacular carretera de montaña que recorre gran parte de la sierra y que nos acerca al castro de Santa María de Cervantes, del siglo II , situado junto a la iglesia del mismo nombre y con unas vistas maravillosas. Es inevitable parar de vez en cuando para contemplar el paisaje que nos brinda la montaña. Para oír el murmullo del rio Navia. Para poder admirar las aves rapazes sobrevolando las cumbres. Para disfrutar de unas montañas que son reserva de la biosfera. Un lugar donde aún viven lobos.







En Quindous podemos ver el pazo-castillo de los Quindós, la familia que fundó el pueblo.Se trata de un típico pazo montañés de bloques pizarrosos, poliédricos y desiguales. Lo más característico de la edificación son los dos torreones en forma de cubos que flanquean la fachada principal y la serie de puertas y ventanales que comunican con el patio interior. Sólo puede visitarse por fuera, y su estado es de semi-abandono, pero es interesante. Allí charlamos con un vecino del pueblo y la propietaria de un pequeño bar mientras tomábamos un café, y nos contaron un poco de la histora del mismo.






El final de nuestro paseo nos llevó hasta A Proba de Navia y tras comer en el mesón Aarau recorrimos su pequeño centro histórico.
Os Ancares es un lugar que todo el mundo debería visitar alguna vez y un lugar en el que nosotros esperamos que el tiempo siga pasando muy, muy despacio.

3 comentarios:

  1. Qué lugar más bonito y sobre todo en otoño con todos esos colores, a ver si algún día me puedo acercar hasta allí, me lo apunto en mi libreta de sitios pendientes. Un saludito. ;-)

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  2. Espero que algún día puedas ir porque vale la pena.Un abrazo!!

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  3. Precioso documento!
    Lo comparto en mi blog!
    http://www.osancares.es/
    Saludos

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