sábado, 24 de agosto de 2013

La Alberca (Salamanca)

 
Hacía ya algún tiempo que nos rondaba la idea de hacer una pequeña escapada a tierras salmantinas, así que aprovechamos para enseñaros la primera de las entradas que le dedicaremos.
En la sierra de Francia, al sur de Salamanca, La Alberca se nos muestra en todo su esplendor. Hay que recorrer con calma su laberinto de callejuelas de piedra y dejarse impregnar por su bellísima arquitectura tradicional. Prueba de ello es que tiene el honor de ser el primer municipio español en ser declarado monumento histórico-artístico. Aquí las tradiciones están profundamente arraigadas y se mantienen con muy pocas alteraciones.













 
Una de las más peculiares es sin duda la de la moza de ánimas. Todos los días al anochecer una campana tañe por las calles del pueblo mientras una mujer recita un salmo: “Fieles cristianos acordémonos de las benditas almas del purgatorio con un Padrenuestro y un Avemaría por el amor de Dios. Otro Padrenuestro y otro Avemaría por los que están en pecado mortal para que su Divina Majestad los saque de tan miserable estado”. Nosotros no tuvimos ocasión de presenciarlo, ya que nuestra visita fue por la mañana, pero tiene que ser impresionante escuchar esta letanía recorriendo las calles en una oscura y fría noche de invierno.
Pero si tuvimos la suerte de ver como una señora acudía con un candil para ponerlo en la pequeña hornacina que hay a los pies de la antigua torre pegada a la iglesia, custodiada por dos calaveras humanas. Como decíamos, aquí las gentes están orgullosas de sus tradiciones y se esfuerzan por mantenerlas.




 
El pueblo entero es una postal. La plaza con sus soportales y su crucero, la mampostería de las casas con sus travesaños de madera a la vista, sus balcones de madera...y por supuesto los dinteles de entrada a las casas. Son mayoría los que tienen una inscripción. El año de construcción, invocaciones marianas, cruces e incluso símbolos pontificios o de la inquisición. 



Servían para proclamar su fe, pero también para dar muestra de su conversión, ya que esta fue una zona de refugio de judíos perseguidos por el Santo Oficio. En una casa cerca de la iglesia puede verse claramente el escudo de la Inquisición donde en tiempos estaba la cárcel donde se retenía y torturaba a los sospechosos de herejía. Un anciano del lugar nos contó que dentro de la casa aún se pueden ver los nichos donde emparedaban a los “herejes”. La casa es privada y tuvimos que conformarnos con ver el escudo que aterrorizaba a los habitantes de la zona.




Hay que decir también que aquí, debido al clima, los jamones y  embutidos son excelentes y algunos de sus dulces de gran calidad, como el turrón artesanal (heredado de sus tiempos árabes) o las perrunillas.
Pero el verdadero encanto de La Alberca es la propia Alberca. Su plaza, sus calles, la mezcla de piedra y madera, el cerdo que pasea como un habitante más por el pueblo alimentado por los vecinos que más adelante se lo rifarán en un sorteo, la gente que acoge a cientos de turistas con una sonrisa, el respeto por su antigua cultura. Todo eso es La Alberca. Bajo nuestra humilde opinión, uno de los pueblos más bonitos que hemos visitado.




2 comentarios:

  1. Conozco La Alberca, habeis hecho un hermoso reportaje, tanto en fotos como en el texto que lo acompaña.
    Gracias

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    1. Gracias Emilio. Nos habian hablado muy bien de La Alberca y la verdad es que nos encantó. Ojalá todos los pueblos pudieran conservarse tan bien.
      Un saludo.

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