Esta pequeña ruta de dos kilómetros y
medio ha sido todo un descubrimiento y nos ha dejado fascinados por
su belleza y su historia.
Empezamos en el pueblo de Tella, en
plenos pirineos y situado a más de 1300 metros de altitud. Este
pueblo fue famoso hace siglos por los numerosos casos de brujería
que según parece sucedían aquí, ya que esta zona del pirineo era y
es rica en tradiciones ancestrales. Al parecer era tal la inclinación
de los habitantes de la zona por los rituales paganos que no tardaron
en sucederse acusaciones de brujería, aquelarres y utilización de
hierbas para todo tipo de ritos. A lo largo de los años se
construyeron tres ermitas que junto con la iglesia formaban un anillo
protector para alejar al maligno del pueblo. Era tal la fama sobre
este pequeño pueblo de Huesca que se decía por la zona: “Tella,
Dios te guarde de ella”.
Aquí aún hoy pueden verse en las
puertas de las casas símbolos de protección y las chimeneas tienen
en su parte superior unas piedras toscamente labradas con forma de
cara que se llaman “espantabrujas”.
Sea verdad o leyenda, lo cierto es que
las ermitas están situadas en los alrededores del pueblo y son una
auténtica preciosidad.
Partimos del pueblo junto a la iglesia
de San Martín y rápidamente nos adentramos en un bosque de pino
rojo, boj y enebros principalmente. A nuestra izquierda quedan las
montañas que separan el valle de Pineta de esta zona. Un poco más
adelante nos encontramos con la ermita de San Pablo y San Juan. Del
siglo XI es una de las joyas del románico aragonés. Sin ningún
tipo de ornamentación sobrecoge por su sencillez y por el fabuloso
entorno en que se encuentra, bajo una peña llamada Puntón de las
brujas. Su ubicación puede estar relacionada con los esfuerzos por
alejar a las fuerzas oscuras de los lugares donde se suponía que se
reunían. Dentro los caminantes dejan pequeñas ofrendas y puede
accederse a la cripta situada bajo el altar por unas escaleras de
piedra.
Es una de las ermitas más bonitas que
hemos visto y se podrían pasar horas admirando esta obra de arte del
románico mas puro.
Seguimos camino hasta un pequeño cruce
desde donde podemos ver a la izquierda la ermita de la Virgen de
Fajanillas y a la derecha sobre un promontorio la ermita de la Virgen
de la Peña. La primera es de origen románico ( siglo XII ) aunque
con añadidos posteriores, y destaca su torre del campanario.
La Virgen de la Peña, situada a 1396
metros de altitud es el punto más alto de la ruta y las vistas son
sobrecojedoras, con la inmensa mole del Castillo mayor siempre
presente. Desde aquí se ven las tres ermitas y el pueblo, en una
imagen de postal. Desde aquí volvemos al cruce y descendemos hasta
el pueblo.
Puede que las leyendas que hablan de
aquelarres y hechizos en la zona sean solo leyendas. O puede que
tengan algo de realidad. Lo cierto es que aquí los vecinos, quizás
para protegerse o quizás por devoción, construyeron tres ermitas
muy cercanas, algo inusual y nos dejaron un legado histórico de
excepcional belleza.