miércoles, 22 de agosto de 2018

Óbidos. Portugal



Hace muchos años que visitamos Óbidos y siempre lo recordé como un pueblo precioso. Así que pensando que quizá el tiempo había distorsionado el recuerdo y no era tan bonito como recordaba, nos dispusimos a recorrer otra vez el pueblo luso. Estaba en plena celebración de su mercado medieval y la zona del castillo estaba acondicionada como una antigua aldea del medievo. La verdad es que mi recuerdo no me había engañado, porque Óbidos es una auténtica preciosidad. Sus calles llenas de flores y comercios, sus innumerables rincones bajo la atenta mirada del castillo, hoy un hotel, su impresionante paseo de ronda por la muralla que rodea la villa y muchas más cosas hacen de este pueblo una visita cien por cien obligatoria. Hay que llevar bastante espacio en la cámara de fotos porque a cada paso te parece ver una foto aún mejor que la que acabas de tomar. No hay que irse de Óbidos sin probar la ginja, un licor de guindas que sirven en un vasito de chocolate que se come después. Todos los comercios lo ofrecen. No sé si pasará mucho tiempo hasta volver a visitar Óbidos, pero si sé que ya no dudaré de la belleza de este maravilloso pueblo portugués.





















































































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