Visitar Lisboa no es sólo acercarse a conocer una de las capitales europeas, o una gran ciudad. Lisboa es eso y mucho más, porque esta es una ciudad inclasificable y absolutamente maravillosa. No se puede describir la capital portuguesa sin dejar de asombrarse ante la mezcla de modernidad e historia que se respira en cada rincón. Lisboa no estará en el top ten de ciudades más fotografiadas del mundo, porque hay un buen puñado de ellas que reciben más visitantes cada año. Pero lo que si es indudable es que esta es una de las más fotografiables, sin ninguna duda. Moverse por esta urbe es todo un desafío porque el tráfico es terrible. Los famosos tranvías se mezclan con centenares de motos, patinetes eléctricos, bicicletas, los Tuk-Tuk turísticos, Ubers y los coches habituales por las estrechas calles lisboetas. Sorprende que no haya un accidente cada pocos minutos, pero de alguna forma se las apañan para que la circulación sea fluida. Las vistas desde los diversos miradores sobre la ciudad son magníficas. Adentrarse en el barrio de Alfama y subir y bajar sus pronunciadas pendientes. Visitar los barrios de Rossio y Chiado y sus encantadores locales. Comer cualquier plato de bacalao o probar la repostería del Versailles o la Confeitaría Nacional. Mezclarse entre los miles de turistas que se mueven en dirección a la ribera del Tajo para acercarse al Padrao dos Descobrimentos, la Torre de Belem y el Mosteiro dos Jerónimos. Moverse en el metro y disfrutar de algunas de las estaciones más bonitas de Europa. Subir en el Elevador de Santa Justa y prepararse para hacer colas en cualquier sitio que se quiera visitar. Pero Lisboa es mágica y tiene un encanto difícil de superar. Uno se va de esta ciudad pensando en cuando podrá volver porque todo el tiempo que se puede pasar aquí parece poco. Algo de Lisboa se queda contigo y eso es algo que no pasa con todos los sitios que se visitan. Cada calle es un pequeño mundo en si mismo y por supuesto están los portugueses, tan educados y amables. Lisboa se cuela entre nuestras ciudades favoritas por méritos propios y volveremos mas pronto que tarde para disfrutar de esta preciosa ciudad que por momentos parece extremadamente moderna y al siguiente rincón extremadamente decadente, pero siempre con una dignidad difícil de encontrar. Amamos Lisboa.
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