sábado, 4 de agosto de 2012

De Pamplona a Lekunberri. Navarra

 
Empezamos el día en Pamplona, recorriendo su casco histórico y como no, la calle Estafeta, famosa en todo el mundo por los encierros de los Sanfermines. Nos gustó especialmente la Plaza del Castillo, formada por construcciones de diversas épocas y por ello con muchos estilos mezclados.
Visitamos la catedral, de estilo gótico aunque con una fachada neoclásica, para después continuar recorriendo las calles de la ciudad, que bullían de actividad.





Aunque nos gustan las ciudades y no podíamos dejar de ver Pamplona, para nosotros los pequeños pueblos son como un imán, pues casi todos encierran un pequeño tesoro por descubrir. Pusimos pues rumbo hacia Lekunberri por la NA-411, una carretera que nos iba a llevar por una serie de pequeños pueblos, a cual de ellos más bonito. En Lizaso casi no sabíamos donde mirar, con todos los rincones que atesora. Preciosas casas llenas de flores en sus balcones de madera, una iglesia pequeña y cuidada...todo el pueblo en sí una belleza.




Charlamos con una señora que tenía su casa detrás de la iglesia y parecía que tuviera casi una plaza particular. Toda amabilidad, nos contó lo tranquilo que es el pueblo.


En Larraintzar los niños juegan solos por las calles, entre caseríos de foto. Una pequeña plaza rodeada de casas que competían en belleza, con una fuente donde refrescarse, con la iglesia en un extremo parecía pedir que nos contagiaramos de la tranquilidad que se respiraba, así que nos sentamos en la terraza (dos mesas) de un pequeño bar. Un pueblo precioso.







En la entrada de Auza nos encontramos con una escultura que representa al macho cabrío, algo recurrente en muchos pueblos de Navarra. 
También vimos, como en otros pueblos, la flor seca del cardo colgada de muchas puertas, para espantar a los malos espíritus.

Como en todos estos pueblos nos llamó la atención la uniformidad del conjunto. Todas las casa blancas, siguiendo un mismo estilo. Todas o casi todas llenas de flores, cuidadas. 




Nos gustaron muchísimos los pueblos que vimos y pudimos comprobar, hablando con alguna gente que se sienten orgullosos de mantener un urbanismo en ellos que no permite excesos que rompan la armonía.
Llegamos por fin a Lekunberri, con multitud de imágenes hermosas en nuestra retina y en nuestra cámara de fotos.

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