Volvemos con una de las rutas que
hicimos en Huesca el pasado verano. Se trata de Los miradores de
Revilla, un recorrido con dos opciones muy recomendable. En una curva
de la carretera, justo antes de llegar al pueblo unos paneles nos
indican que el comienzo de esta ruta. Esta puede hacerse hasta los
miradores con niños pequeños sin ningún problema, ya que la
dificultad es escasa y la distancia muy corta. Al poco de comenzar
nos encontramos pegada a una pared rocosa los restos de la ermita de
San Lorenzo, solo quedan unas pocas piedras en pié pero llama la
atención los múltiples signos grabados en la pared. Vale la pena
entretenerse un poco a observarlos. Se sigue el sendero y al poco
encontramos los miradores sobre las gargantas de Escuaín, un paisaje
sobrecogedor. Allí veremos volar a los quebrantahuesos en todo su
esplendor. Es recomendable llevar unos prismáticos para observar el
vuelo de las rapaces en estos impresionantes riscos.
Una vez allí, se vuelve por el mismo
camino o se coge la segunda opción, subir hasta el pueblo, por unos
senderos ya algo más abruptos. No implican excesiva dificultad,
aunque con niños muy pequeños al final se acabará cargando con
ellos a la espalda, pues se les hará duro.
Las vistas son en todo momento
sensacionales y después de un un buen recorrido se vislumbra el
pueblo de Revilla. Nos adentramos en el y siguiendo la carretera unos
cien metros más abajo volvemos al punto de partida de esta magnífica
ruta.