En Carral descubrimos este pequeño
rincón que nos dejó maravillados, pues a pesar de estar cerca de
donde vivíamos nos era desconocido. Se trata de una serie de molinos
de agua restaurados que aprovechan la corriente del río Abelleira.
Este tramo forma parte del sendero PR-G 101, pero aquí e
especialmente bonito. La vegetación es exuberante y las pequeñas
caídas de agua llenan todo de un rumor que sosiega. Está bien
acondicionado para caminar y si se tiene un poco de cuidado, no hay
peligro. Como siempre pasa en estos lugares, las fotografías no le
hacen del todo justicia, pero al menos esperamos que se pueda
apreciar algo de su belleza.
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