El Monte Neme es uno de esos lugares
que está en el imaginario gallego por todo lo que le rodea de
misterio y de realidad. En este monte se encuentra los restos de la
antigua explotación minera de Wolframio, que durante la Segunda
Guerra Mundial tuvo su máximo apogeo. Los alemanes conseguían aquí
el preciado mineral que servia para endurecer el acero y conseguir
así mejor blindaje para sus tanques y aviones.
El paisaje que queda ahora es
asombroso. Se podrían rodar escenas para una película de ciencia
ficción o apocalíptica. Restos de maquinaria nos recuerdan que en
otra época aquí bullia la actividad. Ahora es un paisaje yermo de
una gran belleza. Los lagos producto de la extracción y lavado del
mineral tienen un color turquesa impresionante. Restos de portes
eléctricos sobresalen aquí y allá. El agua está contaminada, pero
es de una belleza hipnótica. Hay que recorrer el entorno y disfrutar
de un paisaje desolador pero hermoso al mismo tiempo. Con sus 386
metros de alto es la zona más elevada de la comarca y las vistas son
espectaculares. Al estar tan cerca del mar se contempla un paisaje
inmenso de la costa. También se sabe que en este monte había un
circulo lítico prehistórico. La leyenda cuenta que las meigas de
los alrededores celebraban aquí sus akelarres y después, sentadas
en las piedras verticales decidían que hacer con los humanos de la
comarca. Lamentablemente se destruyó en los años sesenta para crear
algunas de las pistas que ascienden al monte.
En la zona más alta hay una serie de
antenas de repetición de telefonía, radio y tv.
Para acceder a este lugar hay que
llegar al lugar de Tremoa y desde allí sale una pista que lleva
hasta la cima de Monte Neme. La pista no está en buenas condiciones
y con un cocge normal hay que ir con mucho cuidado. Pero una vez
arriba habrá valido la pena porque es un lugar que no defrauda.
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