Ya hace tiempo que le teníamos ganas a
Oporto, entre otras cosas porque todos a los que conocemos que la han
visitado nos la han recomendado encarecidamente. Así que al final nos
decidimos a visitar esta ciudad tan cercana a nosotros y tan
desconocida. Una vez pasados unos días aquí no podemos entender como
hemos tardado tanto en ir a Oporto. Nos ha maravillado lo bonita que
es, lo amable que es la gente, la cantidad de rincones que atesora,
las innumerables muestras de arte que puedes encontrarte por sus
calles....todo en general. Hay mil sitios para visitar y mil cosas
que ver, desde la Estación de Sao Bento con sus maravillosos
azulejos, el Palacio de la Bolsa, la Torre de Clérigos con las
impresionantes vistas de la ciudad, la maravillosa librería Lello de
la que hablaremos en otro post, por supuesto toda la zona portuaria y
de las bodegas de vinos, con la impresionante silueta del Puente Luis
I siempre presente, el tranvía recorriendo sus empinadas calles, las
iglesias que salpican toda la ciudad, la bulliciosa vida que desborda
esta ciudad al borde del Duero, el Douro para los portugueses. Las
natas de La Manteiguería serán las mejores que comeréis en vuestra
vida. Solo por eso ya valdría la pena visitar Oporto, pero es todo
el conjunto lo que hace de esta ciudad una visita obligada. Es sin
duda una de las ciudades que más nos ha gustado de todas las que
hemos visitado. Sin duda volveremos en cuanto tengamos ocasión y
esperamos que sea muy pronto.