martes, 16 de enero de 2024

Zamora.

A orillas del Duero de alza la ciudad de Zamora, quizás una de las grandes desconocidas del interior peninsular. Aunque es famosa por su espléndido románico, su tremendo patrimonio modernista ha sido toda una sorpresa para nosotros. Es una ciudad muy cómoda para pasear, sin grandes distancias y llena de rincones muy hermosos. Su majestuosa catedral románica es la joya de su patrimonio, con su imponente torre cuadrada dominando la ciudad. Callejear y encontrarte algunas de sus preciosas iglesias al girar una esquina es asombroso. Aquí la Semana Santa está muy presente durante todo el año. Si se visita el interior de las iglesias pueden verse algunos de los impresionantes pasos que salen en procesión. Son verdaderas obras de arte. Conocíamos su esplendor medieval, pero nos llamó la atención la cantidad de edificios modernistas que alberga Zamora. Preciosos y la mayoría muy bien conservados e integrados en la arquitectura de la ciudad. Gran parte de este legado se debe a Francesc Ferriol, arquitecto barcelonés discípulo de Lluís Domènech i Montaner. Ferriol fue arquitecto municipal de Zamora a principios del siglo XX y dejó su impronta e influencia en la ciudad. Zamora es perfecta para una escapada de dos o tres días, pues aunque es pequeña tiene mucho que ver. Además tuvimos la gran suerte de visitarla en navidades y poder disfrutar de la enorme tradición belenística de la zona. Especialmente el Belén Napolitano de la catedral, el más bonito que hemos visto nunca. Una ciudad cien por cien recomendable.









































































 

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