En el pequeño pueblo de Goiriz nos encontramos con una auténtica joya : su cementerio neogótico. Situado (como no) al lado de la iglesia, es un lugar de parada obligada para poder observar sus pináculos coronados por cruces clásicas y celtas, verdaderas obras de arte.
Está bastante bien conservado, y al entrar en el recinto te encuentras rodeado por decenas de cruces que quieren elevarse al cielo. Aunque al lado se ha construido un nuevo cementerio intentando seguir un poco el estilo neogótico, no se puede comparar a la sensación que dan las piedras viejas y gastadas del original.
Tiene un aire romántico especial,y seguro que en un día de tormenta se puede convertir en un sitio mágico. Para acabar de redondearlo,en el pequeño campanario de la iglesia había un nido de cigüeñas con cuatro crías que ya casi querían echar a volar, y estuvimos un rato observando a la cigüeña madre (o padre) ir y volver al nido trayéndoles comida. Allí conocimos a una francesa muy simpática que estaba haciendo el camino de Santiago del norte, que nos explicó que lo había empezado hacía mas de dos meses, porque venía andando desde el centro de Francia. Dijo que regresaría a su país en tren, ya que después de tanto tiempo andando, el avión era demasiado rápido. Quizás todos deberíamos ir un poco mas despacio, después de todo.
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