sábado, 23 de agosto de 2014

Haciendo pan artesano. Vilela (Lugo)


Tuvimos el privilegio de asistir a la elaboración de pan como se hacía antiguamente en las casas de aldea que tenían su propio horno de piedra. Por suerte aún quedan algunas casas que no perdieron la forma tradicional de preparar su propio pan. Además en este caso esta hecho también con harina de su propia cosecha de trigo, lo que le da más valor si cabe.

El proceso comienza con la preparación de la masa. En una artesa echaron veinte kilos de harina y fueron mezclando unos diez u once litros de agua tibia en la que previamente se había diluido un puñado de sal. Se incorpora a la mezcla un poco de masa madre. Se va amasando y añadiendo el agua hasta conseguir la textura correcta. Se añaden puñados de harina a la artesa para ir despegando la masa que queda pegada. De vez en cuando, con un cuchillo hacían unos cortes en la masa y si aparecían “ollos”(pequeños círculos), es que estaba quedando bien. Cuando está bien amasada es costumbre hacer una cruz con la mano. Se amontona en un lateral de la artesa y se tapa con un paño de algodón y encima otro de lino. Hay que dejar reposar una hora, más o menos. La masa se va cuarteando un poco y estirándose hasta ocupar toda la artesa.











Es la hora de encender el horno. Con la madera ya apilada se pone paja seca como yesca y en pocos minutos tenemos una verdadera hoguera. Se van añadiendo troncos según se quiera para aumentar el calor. Cuando hay unas buenas brasas y la temperatura es la adecuada se limpia el horno. Esto consiste en retirar las brasas, que caen por una hendidura al suelo bajo el horno y barrer con una escoba de xestas (retamas).








Ahora se hacen los bollos, de la forma y tamaño deseado y con una pala se van introduciendo en el horno. Como algunos se meten un poco antes para que queden algo más cocidos, se les pone una hoja de repollo para que no se quemen por abajo. Y ahora esperar unos 15-20 minutos para las bollas planas y una hora para los bollos más “gordos”. Esto es estimativo ya que según guste el pan más o menos hecho se deja más o menos tiempo.
El resultado es un pan delicioso y natural sobre el que no hay palabras para describir su sabor.












Queremos expresar nuestro agradecimiento y más sincera admiración a Josefa, Antonio y Manolo por regalarnos esta maravillosa experiencia. Son unas personas que siguen un estilo de vida apegado al campo y la vida en una pequeña aldea, con una sabiduría que ya quisiéramos las generaciones más modernas. Gracias a ellos aún perdura mucha de la cultura que nos hizo lo que somos. Si volviéramos un poco la vista atrás y recuperáramos algunos de sus valores, seríamos sin duda mejores.


4 comentarios:

  1. Bonita la reflexión última. Gracias por vuestro trabajo.

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    1. Muchas gracias Emilio, nos alegra mucho que te guste. Un afectuoso saludo.

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  2. Me ha encantado, gracias. Un abrazo.

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    1. Qué bien Sylvia, intentamos recoger lo mejor posible todo el proceso que para nosotros fue una experiencia fabulosa. Un abrazo grande!!!

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