Braga es una de esas ciudades venidas a
menos pero que en su decadencia conserva una elegancia que la hace
sumamente atractiva. Recorrer su casco histórico lleno de azulejos e
infinidad de pequeños detalles que te llaman la atención es
maravilloso. Viejos edificios que conocieron épocas mejores llenan
esta ciudad dándole un encanto que en pocos sitios hemos visto.
Iglesias y cafés abundan también y son muchos los turistas que en
su visita a Portugal hacen una pequeña parada para conocer Braga.
Sin duda merece la pena hacerlo.
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