Saint-Malo es una de esas ciudades que
honra a su pasado. Con un centro histórico totalmente amurallado, su
paseo por los bastiones de la muralla permite rodear la ciudad y
contemplarla en todo su esplendor. Saint-Malo es conocida como Madame
la Corsaria, por haber sido puerto principal en esa época. Mucha es
la historia que atesoran sus piedras. Se declaró independiente de
Francia y durante cuatro años fue la Republica de Saint-Malo, para
acabar anexionándose al ducado de Bretaña. Tras el desembarco de
Normandía los alemanes se atrincheraron aquí y la ciudad fue
bombardeada intensamente. Destruida en su mayor parte fue
reconstruida por sus habitantes, lo que da prueba de el espiritu
luchador de esta gente. La costa es bellísima, con sus playas y
piscinas naturales, salpicada de faros y balizas y con algunos
fuertes militares. La personalidad de esta ciudad queda patente
cuando recorres sus calles y plazas salpicadas de artistas callejeros
que le dan una rica vida cultural. Saint-Malo es una de las ciudades
más visitadas de toda Bretaña y solamente recorrer sus murallas
hacen que esta visita sea especial. Además hemos de decir que aquí
hemos comido el mejor brioche que hemos probado, lo cual es un gran
punto a su favor.
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