martes, 31 de julio de 2012

Santa María de Eunate. Navarra


Después de tantos lugares como hemos visitado, es maravilloso que aún haya enclaves que nos dejen con la boca abierta. Sin duda, Santa María de Eunate es uno de esos lugares. Es difícil describir este templo tan sugerente y cargado de simbolismo. Para empezar hay que decir que es bellísimo y que su emplazamiento, solitario en medio del campo, acentúa aún más su aura mística.
De planta octogonal, algo en sí mismo inusual, tiene una galería porticada que rodea la iglesia románica, lo que convierte a Eunate en un octógono dentro de otro. Aunque no se conoce muy bien su origen, se cree que la fundaron los templarios en el siglo XII, aunque también se atribuye a la Orden de San Juan. El hecho de que tenga ocho lados, como el templo de Salomón en Jerusalén y que muchas de las marcas de los maestros canteros que pueden verse por toda la iglesia solo se hayan encontrado en otros enclaves del temple, hace que muchos historiadores se inclinen por su origen templario. Lo que se sabe con seguridad es que Eunate (cien puertas en euskera) fue un cementerio de peregrinos y también se cree que en la actual espadaña existía una linterna o fuego para guiar el alma de los peregrinos en su subida al cielo. Otras hipótesis dicen que la llama era para orientar a los caminantes por la noche, algo poco probable porque si el viaje ya era peligroso durante el día, caminar de noche debía de ser una temeridad.
Eunate es misterio, pero también es una obra de arte que merece la pena contemplar con detenimiento, sus capiteles con imágenes bellas e inquietantes a un tiempo, su forma octogonal imperfecta, su interior austero y sobrecogedor, su entorno aislado, sus 33 arcadas exteriores, saber que aquí descansan eternamente muchos peregrinos...un lugar especial y una de las iglesias más bellas que hemos visto nunca.










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